La diversidad funcional es un concepto positivo que busca poner el acento en las diferentes capacidades de las personas. Con su empleo se pretende romper con la carga ideológica de palabras como déficit, limitación, restricción, barrera o discapacidad que normalmente se emplean para mencionar a las personas con discapacidad Poco a poco nos estamos acostumbrando a su utilización y se va introduciendo en distintos ámbitos de nuestra sociedad como medios de comunicación, artículos académicos o entre los profesionales del sector.
A continuación analizaremos sus distintos tipos :
- Diversidad funcional motriz: esta es frecuente en niños con esclerosis múltiple, lesión medular, espina bífida y parálisis cerebral, entre otras patologías. En estas situaciones, se puede ayudar en gran medida a paliar el problema con un salvaescaleras o sistemas de accesibilidad que promuevan la autonomía de la persona.
- Diversidad funcional visual: en esta categoría se incluiría la ceguera, así como otros problemas más leves de visión como las cataratas o el estrabismo, etc. Este problema puede afectar al aprendizaje de la persona.
- Diversidad funcional auditiva: está vinculada a dificultades a la hora de oír que, en el peor de los casos, podría ser una ceguera. También aquí podríamos destacar el hándicap del aprendizaje.
- Diversidad funcional intelectual: un buen ejemplo de esta clase diversidad funcional serían las personas que presentan síndrome de Down.
- Diversidad funcional psíquica, y multisensorial: nos referimos a quienes padecen una dificultad no solo visual, sino también auditiva. Sin ir más lejos, quienes sufren el síndrome de Usher presentan problemas auditivos en la infancia a los que se suma la pérdida de la vista una vez llegada la adolescencia. Sin duda, la domótica en el hogar puede resultar de gran ayuda para estas personas.
No hay consenso al respecto, pues hay una gran parte de las personas con discapacidad rechaza la utilización de la expresión ‘diversidad funcional’ ya que no se identifican con ella.
Sin ir más lejos, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (#CERMI) recomienda el empleo de ‘personas con discapacidad’ y desaconseja el de ‘personas con diversidad funcional’ en su Manual de Lenguaje Inclusivo.
Pero quienes lo defienden consideran que se adecúa más a la realidad de las personas que presentan algún tipo de discapacidad. Sin embargo, todavía está en un proceso de trsnsformación el momento en que el término "diversidad funcional" sea impuesto en la sociedad. La diversidad funcional se mide porcentualmente mediante un baremo que establece la administración en el que se tienen en cuenta no solo las condiciones que presenta la persona, sino también su entorno familiar y laboral. El porcentaje mínimo del reconocimiento de la discapacidad es de un 33 %. Según defiende la #OMS, los diversos funcionales presentan problemas que afectan a su estructura corporal, sufren limitaciones para llevar a cabo acciones cotidianas, además de dificultades para mantener y desarrollar relaciones sociales con sus iguales. El término se escuchó por primera vez en el Foro de Vida Independiente en enero de 2005 dentro del territorio español. Su propósito era proponer un cambio hacia una terminología no negativa sobre la discapacidad de las personas. El concepto de "diversidad funcional" defiende la idea de que todas las personas tenemos unas habilidades que nos hacen más aptas para unos trabajos que otras y esto, por lo tanto, nos sitúa en un plano de igualdad que también ha de apreciarse a nivel laboral. Los seres humanos evolucionaron y también el concepto de discapacidad evoluciona. La naturaleza de cada período afectó la definición y las expectativas en torno a las discapacidades. Los factores incluyen aspectos culturales, médicos, tecnológicos y sociales.
Consideramos a las personas con discapacidad como activas, autónomas e independientes. Están involucrados en su propio proceso de rehabilitación y la idea es la participación plena en la sociedad.
Este modelo da mucha importancia al papel que desempeñan los profesionales de la rehabilitación. Por otro lado, da poca importancia a los factores ambientales que hayan podido provocar esta situación de discapacidad. El concepto de diversidad funcional contradice la idea de que las personas con discapacidad padecen un trastorno incapacitante. La sociedad es la que los categoriza como personas con discapacidad.
Esta es una idea constructivista, fácil de entender a través de la siguiente afirmación. Si todos fueran ciegos, ser ciego no sería un problema porque la sociedad se adaptaría a la ceguera. La sociedad es la que excluye de la “normalidad” a las personas con diversidad funcional al no crear productos, recursos o herramientas para ellos. Esta exclusión es algo pragmática. Es más conveniente pensar sólo en la mayoría que pensar en las minorías. Pero al hacer esto, estamos creando condiciones incapacitantes para personas que de otro modo no tendrían que sufrirlas.
El diseño universal intenta explicar que la gente no debería crear productos pensando en la mayoría “normal” y luego adaptarlos para otros . Al diseñar nuestro mundo, debemos tener en cuenta la totalidad de todos los individuos existentes. El diseño universal se compone de siete principios básicos:
- Uso equitativo: Personas con capacidades o habilidades diferentes deben poder utilizarlo.
- Flexibilidad: El diseño debe adaptarse a una amplia gama de personas con diferentes gustos y capacidades.
- Uso sencillo: Debe ser fácil de entender y aprender a utilizar para todos.
- Información perceptible: El diseño debe comunicar efectivamente la información necesaria para utilizarlo.
- Tolerancia al error: El diseño debe minimizar posibles incidencias y consecuencias adversas imprevistas.
- Mínimo esfuerzo físico: Debe poder utilizarse de forma eficaz y cómoda con el mínimo cansancio.
- Tamaño adecuado: Debe tener un tamaño adecuado a su enfoque, uso y alcance.
El hecho es que la mayor parte del mundo está lejos de comprender lo que realmente significa la diversidad funcional . Pero avanzar poco a poco hacia la utopía del diseño universal puede ayudar. Podría conducir a una mejora considerable de la calidad de vida de muchas personas que actualmente están excluidas de llevar una vida independiente.
El uso del término «diversidad funcional», incluye diferentes variantes. En ocasiones, la amplitud del término puede llevar a cierta confusión. Por esta razón, se aconseja acotar los tres conceptos que alcanza: partes del cuerpo que funcionan de otro modo, personas que funcionan de otro modo, y discriminación por estas diferencias.
«Para los tipos de ajustamiento que puedan ser necesarios, se proponen los términos ‘diferencia orgánica’ y ‘diferencia funcional’, equivalentes a los antiguos ‘deficiencia’ y ‘discapacidad’ de la clasificación de la OMS de 1980, típicos del modelo rehabilitador, o nuevamente ‘diferencia funcional’ cuando se hable de la ‘deficiencia’ tal como la concibe el modelo social» (Palacios y Romañach, 2006).
El concepto de «diversidad funcional», obvia la discriminación porque lo entiende de manera implícita. Si embargo, se recomienda hacerla explícita ante determinados auditorios con la expresión «personas discriminadas por su diversidad funcional».
Según Rodríguez y Ferreira, la diversidad funcional es una propuesta de contenido ideológico: «El concepto pretende ser la síntesis de un conjunto de ideas sistemáticamente organizado para la comprensión de una realidad social comúnmente denominada ‘discapacidad’ y lo hace con clara pretensión emancipadora (Rodrígues y Ferreira, 2008). Esta propuesta busca «ir hasta la raíz de la cuestión, de forma que va más allá del ámbito específico de la discapacidad, centrándose en el tipo de sociedades que producen exclusión» (Rodríguez y Ferreira, 2008).
El movimiento "Self-advocacy", se inció en Suecia en 1960. Presenta una relación estrecha con el movimiento de autodeterminación. Plantea la importancia de que las personas con discapacidad intelectual (self-advocates) hablen de ellas mismas sin ser representadas, y sobre sus derechos y responsabilidades.
Presenta la misma lógica y fundamento que el modelo social de discapacidad. Sin embargo, éste ha obviado la realidad del colectivo de personas con discapacidad intelectual, planteando en escasas ocasiones la dificultad de conciliar sus principios con la discapacidad intelectual. Es decir, el modelo biomédico rehabilitador sigue aplicándose a este colectivo sin o con muy pocas resistencias.
El recorrido del movimiento social, ha ido en la línea de construir un sentido de identidad colectivo, totalmente ausente en la discapacidad intelectual. Al parecer, el modelo social no ha podido superar la división entre personas con discapacidad física y sensorial, y personas con discapacidad intelectual. Esta separación ha alimentado diferentes formas de investigación, al igual que distintas formas de militar del mismo colectivo con discapacidad. Los self-advocacy groups, son una de estas, aunque con algunos matices.
Los debates académicos alrededor del papel del modelo social continúan, a la vez que las personas con discapacidad intelectual encuentran cada vez más su voz y lugar, en el movimiento internacional Self-advocacy. Esta corriente tiende a enfatizar sobre el estigma y la etiqueta negativa asociada al colectivo (orientado a la normalización), más que a las consideraciones discapacitantes de la estructura social y económica, como lo hacen los defensores del modelo social.
En distintas regiones de Europa el Modelo de "Diversidad Funcional" también propone el abandono del término “Discapacidad” por considerarlo limitativo y discriminatorio. La noción de #capacidad presupone que las personas con algún tipo de discapacidad no son personas capaces, y por extensión, esa apreciación distorsionada convierte a estas personas en no aptas para cualquier tipo de tarea, sea cual sea. Sin embargo la "diversidad funcional" no se limita a una visión binaria de los seres humanos (capacitados y discapacitados) sino plantea un modelo donde tienen cabida por igual todos los seres humanos con independencia de su raza, orientación sexual o religión.