La leche de vaca es mucho más densa en nutrientes, salvo en hidratos de carbono, que la de mujer. Esta característica global hace que, en su forma natural, no sea apta para la alimentación en los primeros meses de vida.
La diferencia entre la leche de vaca y la humana radica en que la leche de vaca contiene más proteínas; caseínas y beta-lactoglobulina. Esta última proteína es un potente alergeno (sustancia capaz de producir una reacción alérgica) para los bebés. Además, presenta una gran resistencia a la digestión ácida del estómago, de manera que es probable que atraviese el intestino sin ser digerida.
La leche materna contiene la mitad de proteínas, tiene menos caseínas, por lo que precipita en finos grumos en el estómago, siendo más fácil de digerir (no coagula). En cambio, la leche de vaca forma un coágulo grande que es difícilmente atacado por los jugos gástricos. Además, la leche de mujer contiene otras sustancias proteicas que favorecen la digestión y absorción de las grasas y que tienen acción bactericida. Hidratos de carbono En la leche materna el principal hidrato de carbono es la lactosa, presente en mayor cantidad que en la leche de vaca.
Este azúcar es transformado en ácido láctico por la flora intestinal, lo que favorece la absorción de calcio, hierro, fósforo y otros minerales. Su concentración no varia a pesar de las modificaciones dietéticas y las condiciones nutricionales de la madre. El resto de azucares de la leche materna (oligosacáridos) favorecen el crecimiento de Lactobacillus bifidus, bacterias que generan un medio intestinal adecuado que inhibe el crecimiento de determinados microorganismos patógenos.
Lípidos o grasas Son la principal fuente energética de la leche materna. El contenido en lípidos de la leche materna varía de una mujer a otra, de una toma a otra, siendo más rico al final de la mañana y al inicio de la tarde, dentro de la misma toma (contiene 4 veces más de lípidos al final de la toma) y aumenta a lo largo de la lactancia. En general, la leche materna es más rica en grasas que la de vaca, y más abundante en ácidos grasos insaturados, los cuales ejercen un papel importante en el desarrollo del sistema nervioso. Por otro lado, la leche materna contiene más colesterol que la de vaca, lo que se traduce en una menor síntesis endógena de colesterol.
Vitaminas La leche materna contiene las vitaminas en la concentración adecuada para los bebés. Una salvedad es la vitamina D, que debe administrarse como suplemento de modo sistemático para favorecer la absorción y fijación del calcio.
Minerales La leche materna es tres veces menos rica en minerales que la leche de vaca, en especial en sodio, lo cual impide una sobre carga renal en el lactante. El contenido en calcio y en hierro es menor, pero su absorción es mejor o más eficaz. No obstante, el hierro también debe administrarse en forma de suplementos, para cubrir satisfactoriamente las necesidades del lactante de este mineral esencial.