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Anosmia vs Neurogastronomía

La nariz congestionada por un resfriado es causa frecuente de la pérdida de olfato parcial y temporal. Un bloqueo en los conductos nasales, causado por un pólipo o una fractura nasal, también es una causa común. El envejecimiento normal también puede causar pérdida del olfato, especialmente después de los 60 años.El olfato es un sentido que nos permite reconocer nuestro entorno, la familiaridad de un lugar, incluso el aroma de nuestra propia casa. También juega un rol muy importante en la alimentación, cuando sentimos desde lejos el olor de una salsa que se escapa por alguna ventana y eso nos abre el apetito.

Muchas veces olemos la comida antes de ingerirla, y cuando inspiramos, los componentes volátiles del alimento entran por las fosas nasales y llegan a las profundidades de nuestra nariz. Es ahí donde se encuentra el epitelio olfativo, o en otras palabras, la zona precisa que nos da la capacidad de percibir los aromas. Este camino olfativo es lo que se llama percepción #ortonasal. En nuestra compleja evolución, por alguna razón, hemos llegado al punto de ser capaces de sentir los aromas por dos caminos complementarios que se lucen plenamente cuando llevamos a cabo el acto de comer.

 ¿Qué es el olor?

La nariz y un área en la parte superior de la garganta tienen células especiales que contienen receptores de olores. Cuando estos receptores detectan olores, envían un mensaje al cerebro. El cerebro luego identifica el olor específico.

Cualquier problema en este proceso — nariz congestionada, bloqueo, inflamación, daño a los nervios, o una afección del funcionamiento del cerebro — pueden afectar tu capacidad para percibir olores normalmente.  Cada vez que hacemos referencia a algo que nos gusta, por ejemplo el chocolate, lo que estamos describiendo es el sabor, que es la suma del gusto (dulce/amargo) + el olfato (aroma a chocolate). Si tenemos la nariz tapada y masticamos chocolate, el aire no circula por la nariz, y sólo percibimos sus gustos básicos (dulce o amargo). Entonces, ¿por qué decimos gusto cuando en realidad hablamos de gusto + aroma?

Porque la suma de ambos es el sabor o flavor (una palabra que no usamos en nuestro idioma). Por ejemplo, un producto saborizado al chocolate, en inglés se dice “chocolate flavor” (gusto + aroma) mientras que en español decimos “sabor chocolate”, cómo si fuese un sinónimo de gusto.

Un experimento muy interesante consiste en oler esencia de vainilla mientras se degusta un yogurt al natural. Hagan la prueba y van a sentir que comen un yogurt de vainilla. Es por esto que algunos expertos dicen que casi un 80% de nuestra experiencia al comer, lo que llamamos sabor, es mayoritariamente aroma. Si prestamos toda nuestra atención a la comida, sobre todo al aroma que sentimos antes y durante la masticación, vamos a darnos cuenta que realmente es mucho más rica.

Problemas con el revestimiento interno de la nariz

Las condiciones que causan irritación o congestión temporal dentro de la nariz pueden incluir:

  1. Sinusitis aguda
  2. Resfriado común
  3. Rinitis alérgica (fiebre del heno) (rinitis alérgica)
  4. Influenza (gripe)
  5. Rinitis no alérgica
  6. Tabaquismo
Obstrucciones de las fosas nasales

Las afecciones o las obstrucciones que bloquean el flujo de aire a través de la nariz pueden comprender las siguientes:

  1. Tabique nasal desviado
  2. Pólipos nasales
  3. Tumores
Lesiones en el cerebro o los nervios

Los nervios que van al área del cerebro que detecta olores, o el cerebro mismo, pueden estar dañados o deteriorarse por:

  1. Envejecimiento
  2. Enfermedad de Alzheimer
  3. Aneurisma cerebral (un bulto en una arteria de tu cerebro)
  4. Cirugía de cerebro
  5. Tumor cerebral
  6. Diabetes
  7. Exposición a sustancias químicas en ciertos insecticidas o solventes
  8. Enfermedad de Huntington
  9. Síndrome de Kallmann (un trastorno genético poco frecuente)
  10. Síndrome de Klinefelter (una afección poco frecuente en la que los hombres presentan un cromosoma X adicional en la mayoría de las células)
  11. Psicosis de Kórsakov (un trastorno cerebral provocado por la falta de tiamina)
  12. Nutrición deficiente
  13. Medicamentos (por ejemplo, algunos medicamentos para la presión arterial alta, antibióticos, y antihistamínicos)
  14. Esclerosis múltiple
  15. Enfermedad ósea de Paget (una enfermedad que afecta los huesos, algunas veces los de la cara)
  16. Enfermedad de Parkinson
  17. Enfermedad de Niemann-Pick (enfermedad de Pick, una forma de demencia)
  18. Radioterapia
  19. Rinoplastia
  20. Esquizofrenia
  21. Síndrome de Sjögren (una enfermedad inflamatoria que suele provocar sequedad de boca y ojos)
  22. Lesión cerebral traumática
  23. Insuficiencia de cinc.

Hay muchos productos que tienen un aroma muy prometedor pero que una vez que los empezamos a degustar, nos decepcionan. Un buen ejemplo son los tés de saquito saborizado (frutos rojos por ejemplo), que en realidad son sólo aromatizados, porque realmente no existe el sabor de “eso” que dicen tener. Aromatizar industrialmente no es más que una forma de esconder la mala calidad del té.

Este concepto de asociación y disociación olfativo-gustativa es muy importante en lo que es el mundo de las degustaciones, unas buenas hebras de té son un viaje que comienza con lo que percibimos a través del aroma y que se complementa en boca con los sabores. Hay una transición, no una disociación.

En ciertos alimentos las disociaciones son un punto que los caracteriza positivamente. En relación a esto, un aspecto muy importante es nuestra tolerancia a las disociaciones, porque es lo que define los límites de nuestra identidad gastronómica. Por ejemplo, en el mundo occidental, los quesos “olorosos” son considerados alimentos característicos y son muy valorados. Nos habituamos culturalmente y disfrutamos de algo que, a priori, huele de un modo demasiado particular. Curiosamente, en oriente, esos quesos no son generalmente aceptados, ya que culturalmente la gente no está acostumbrada a ese tipo de olor en un alimento.

El punto importante de todo esto es darnos cuenta de que el olor de nuestro entorno, de los mercados, de nuestra comida, es una parte fundamental de nuestra identidad cultural, del lugar en el que crecemos cuando empezamos a comer y a elegir nuestro alimento.

Se recomienda consultar al otorrinolaringólogo o médico general cuando la pérdida de olfato no esté relacionada con infecciones respiratorias o cuando esta persiste por algunas semanas, incluso luego de recuperarse de infecciones respiratorias. 

Muchas veces olemos algo nuevo y nos pasamos un buen rato tratando de identificarlo. Nos parece familiar, pero no recordamos bien lo que puede llegar a ser. En muchos casos se debe a que son olores que hemos sentido previamente pero que nuestra memoria almacena de una forma más “superficial”, ya que no están relacionados con la emoción.

El olfato fue durante mucho tiempo, de la mano del gusto, un sentido bastante desvalorizado por la comunidad científica, e incluso los médicos raramente solían evaluar su función.

Sin embargo, actualmente se le está dando mucha importancia, sobre todo al olfato, gracias a que se transformó en una herramienta que a los médicos nos permite determinar la evolución de varias enfermedades neurodegenerativas. Por otro lado, también se sabe que a medida que envejecemos, perdemos paulatinamente el sentido del olfato, y es una de las principales causas de pérdida de apetito (y de peso corporal) en los ancianos.

Recientemente tuve la oportunidad de evaluar y entrenar a un grupo de pacientes mayores que sufrían pérdida del olfato, para poder mejorar la percepción de los aromas y su calidad de vida. Muchos de ellos, al darse cuenta que algo no andaba bien, simplemente perdían el interés por querer oler su entorno para evitar darse cuenta de la gravedad de su condición.

Así como los sommeliers se entrenan oliendo aromas específicos, mis pacientes olían las distintas especias que tenían en su cocina. La tarea consistía en que alguien de la familia les hiciera sentir, diariamente y con los ojos tapados, las mismas especias durante varias semanas. Esta estrategia permite que la persona se conecte nuevamente con el mundo de los olores, reactivando (en distinta medida) ese circuito neuronal que permite oler, recordar, y disfrutar de la comida.

Las patologías relacionadas con los sentidos del gusto y el olfato pueden afectar de forma severa y alterar nuestro día a día. La nariz es el órgano del olfato que nos permite respirar, filtra todas las partículas que flotan por el aire y puede llegar a percibir miles de aromas diferentes. Las células nerviosas olfativas de la nariz intervienen para que nuestro cerebro reconozca los olores.

Una de las deficiencias que se manifiesta en puntuales ocasiones en nuestro cuerpo es la anosmia. Para tener un conocimiento más preciso de sus características, es conveniente que atendamos a la manera en que se manifiesta, los posibles síntomas, las causas y la manera en que se puede tratar y prevenir. Por tanto, si quieres conocer más sobre qué es la anosmia, sus síntomas, causas, prevención y tratamiento, ¡sigue leyendo! 

¿Qué es la anosmia?

La anosmia es una patología que se asocia a la pérdida de olfato y, a su vez, a la disminución en la capacidad de percibir sabores, es decir, la deficiencia del sentido del gusto. Se clasifica como un problema de salud que se genera por la inflamación #intranasal que, por otro lado, obstruye toda la zona interna de la nariz que impide el reconocimiento de olores y que estos ingresen adecuadamente en el área olfatoria. 

Hay que señalar que la anosmia se liga también al problema de la destrucción del neuroepitelio olfatorio. Este proceso se puede comprender a partir de la destrucción de los filamentos, los bulbos y las diferentes funciones existentes en el nervio olfatorio. En este sentido, se produce una congestión que no permite la percepción de los olores y aromas correctamente. En el caso de que se produzca de manera parcial, se denomina #hiposmia.

Síntomas de la anosmia

¿Cuál es la sintomatología de la anosmia? Básicamente, podemos señalar un síntoma claro y evidente: la pérdida de la capacidad olfativa. No se llegan a percibir los olores ni se pueden reconocer, de tal manera que se desarrolla una deficiencia evidente. De todas formas, esto no se genera de forma inmediata y directa, sino que se produce de forma gradual, cuando empieza a cambiar la manera en que se huelen las cosas de nuestro alrededor.

Antes de que se desarrolle el problema, se pueden oler perfectamente los alimentos, las plantas o una colonia, pero una vez que va apareciendo la anosmia, toda la sintomatología se manifiesta con la pérdida del olfato a causa de la destrucción del epitelio olfativo del que ya se ha hablado previamente. La sensación es parecida a la de un resfriado, donde tenemos la mucosa obstruida y con la molestia de no percibir los aromas adecuadamente. 

La anosmia se debe a una de las patologías que impiden, claramente, que el aire llegue a los receptores olfativos. El resfriado común, la rinitis, sinusitis, desviación del tabique nasal y las diferentes variantes de tumores pueden ocasionar esa imposibilidad de reconocimiento de olores. A su vez, existe una influencia directa con la vía nerviosa central a causa del propio envejecimiento, enfermedades neurodegenerativas o los propios traumatismos craneoencefálicos.

Cabe la posibilidad de que la pérdida del olfato tenga que ver con la poliposis nasosinusal. Se podría definir como el crecimiento de carnosidades benignas en la parte superior de la nariz que impiden la llegada de los aromas. 

Además, no debemos olvidar otros factores que también están ligados a las causas de la anosmia: radiación, cirugía mal realizada en la nariz, accidentes en la zona craneal, excesivo consumo de tabaco y posibles efectos secundarios de fármacos y enfermedades como la diabetes, obesidad, hipertensión o el propio cáncer.

Prevención de la anosmia

Existen diferentes medidas de prevención para evitar la anosmia. En primer lugar, es preciso tener un estilo de vida saludable donde se consuman alimentos variados y nutritivos, práctica de deporte y evitar el tabaco y consumo de drogas. Por supuesto, es importante no exponerse a productos tóxicos contaminantes de forma prolongada y habitual, del mismo modo que se recomienda no estar en contacto con ningún tipo de alérgenos.

Se recomienda una hidratación permanente y equilibrada durante el día. Es importante que la mucosa no se reseque y se mantenga hidratada; para ello, también puede ser útil el uso de suero fisiológico cuando se reseque demasiado la nariz. 

En cuanto a la prevención de enfermedades, el uso de mascarillas puede resultar interesante para espacios cerrados donde haya aglomeraciones de gente. No obstante, la vacunación es la mejor medida de prevención contra la anosmia, ya que se puede prevenir la gripe o el coronavirus.

Tratamiento de la anosmia

Por un lado, hay que destacar el tratamiento no quirúrgico a través de tratamiento farmacológico, como pueden ser los antihistamínicos. De este modo, se consigue una mejora de la circulación del aire y la descongestión. En el caso de que se haya detectado una infección bacteriana, es preciso el uso de antibióticos.

En cuanto al tratamiento quirúrgico, es preciso detectar la obstrucción física de las fosas nasales y realizar una intervención para corregir el problema. Se puede utilizar la radiofrecuencia inducida y también la polipectomía para quitar los pólipos nasales.

En definitiva, son varias las fórmulas con las que combatir la anosmia, pero sí que es cierto que una buena prevención es la mejor cura. Nada mejor como mantener una vida saludable para evitar posibles riesgos de perder el gusto y el olfato. Solo así se evita la posibilidad de caer en los problemas de la anosmia.  

Las personas que han perdido la capacidad de sentir olor de forma adquirida pierden el apetito, dado que no pueden percibir un estímulo propio de los alimentos que los hacen atractivos como es su buen olor. Esto puede degenerar en adelgazamiento excesivo y desnutrición.

Además, en casos en que este problema se presenta de forma adquirida se da sintomatología depresiva, debido a que estímulos olfactivos asociados a recuerdos emotivos ya no se pueden sentir, lo cual hace que la persona sienta que ha perdido parte de su capacidad de recordar. Además, puede darse pérdida de líbido al no detectar olores sexualmente excitantes

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