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Menú Adolescente vs Menú Saludable

La adolescencia es una etapa de la vida muy importante desde la perspectiva de la salud, porque en ella acaban de conformarse estructuras y características corporales que nos acompañarán siempre.

Una nutrición adecuada es clave  también en la población adolescente y el farmacéutico, como educador sanitario, puede desarrollar en este terreno una labor decisiva.

En la adolescencia se experimentan cambios en el ámbito psicoafectivo, social y físico.

Esta etapa del desarrollo está marcada por el inicio de la pubertad, que se define como el período durante el cual se producen los cambios fisiológicos necesarios para alcanzar la madurez sexual.

En las niñas, generalmente, se inicia dentro del rango de los 8 a 11 años. En los niños aparece de forma más tardía, comenzando alrededor de los 10 años y llegando a los 14 años.

El aumento del crecimiento estatural que se produce es lo más destacado, ya que es esta la etapa de la vida en la que ambos sexos registran la máxima velocidad de crecimiento.

En las niñas se produce el signo claro y determinante de la menarquia, es decir, el primer sangrado menstrual producto del inicio de la ovulación y, por tanto, de la vida fértil.

En ambos sexos se produce la maduración de los caracteres sexuales secundarios por el estímulo de las hormonas sexuales. La acción de los estrógenos en las niñas también determina el desarrollo mamario, la aparición de vello corporal, la distribución adiposa característica del sexo femenino y la calidad de la piel, como ejemplos. En los niños, los andrógenos permiten el crecimiento peneano y testicular, la aparición de vello corporal, los cambios en la tonalidad de la voz y la distribución de la grasa corporal característica.

Durante la pubertad los cartílagos de crecimiento presentes en los extremos distales de los huesos terminan de osificarse, perdiendo así la capacidad de extender los huesos largos. Esta maduración ósea está intrínsecamente ligada a la velocidad de crecimiento y talla pospuberal.

Adolescencia y hábitos alimentarios

El aumento de las necesidades nutricionales, en macro y micronutrientes, que se produce durante esta etapa está más relacionado con la edad biológica que con la edad cronológica, y es más significativo en los niños que en las niñas. Si la ingesta no es adecuada, es muy posible que puedan producirse deficiencias nutricionales.

Los hábitos alimentarios, que influyen en las preferencias de alimentos, el consumo de energía y la ingesta de nutrientes, se desarrollan gradualmente durante la infancia y, en particular, durante la adolescencia. El entorno familiar y escolar ejerce una gran influencia en la determinación de la actitud del niño hacia determinados alimentos y su consumo. Es más, las costumbres nutricionales adquiridas en la niñez apenas varían en los años posteriores por lo que los hábitos alimentarios individuales, marcados por el aprendizaje previo, en la mayoría de las personas adultas son prácticamente iguales a los adquiridos en las primeras etapas de su vida.

En la conducta alimentaria del adolescente se podrían destacar hábitos frecuentes como: omitir alguna de las comidas, ingerir refrigerios, consumir comidas rápidas, no comer en familia, seguir dietas sin indicación médica, iniciar una actividad física intensa sin el asesoramiento adecuado u optar por el sedentarismo marcado por el hábito de pasar muchas horas frente al televisor o la pantalla del ordenador.

Actualmente se observa una desaparición progresiva de enfermedades carenciales por déficit alimentario; por el contrario, existe un marcado incremento de enfermedades como consecuencia de la civilización del desarrollo, representadas por trastornos de la conducta alimentaria, la obesidad, las dislipidemias, la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.

Evaluación nutricional del adolescente

El indicador ampliamente aceptado para evaluar el estado nutricional de una persona es el porcentaje de masa grasa corporal. El índice de masa corporal (#IMC, kg/m2), definido como peso en kg dividido por la talla en metros al cuadrado, tiene una excelente correlación con el porcentaje de masa grasa corporal y proporciona una idea bastante certera del estado nutricional en la mayoría de la población y de la presencia de variables asociadas al daño biológico como consecuencia del exceso de masa grasa.

Además, el #IMC relacionado con la edad y el sexo constituye un indicador universalmente aceptado para la estimación de la obesidad en niños de 2 a 18 años, tanto en estudios epidemiológicos como para el cribado clínico. La #OMS recomienda evaluar el estado nutricional de niños desde los 6 años a través del #IMC.

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