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Panorama Complejo en Argentina con la Educación Inclusiva??

por: Redacción Inclusivo
 |  Hastag Urbano
La educación inclusiva en Argentina ha experimentado un avance significativo en las últimas décadas, pero aún persisten desafíos y desigualdades. La Ley de Educación Nacional (26.206) establece el derecho de todos los estudiantes a una educación de calidad y promueve la inclusión de aquellos con necesidades educativas especiales.

La educación inclusiva busca garantizar que todos los estudiantes, independientemente de sus características, puedan aprender y desarrollarse en un mismo espacio. Esto implica:

  • Adaptación curricular: Los docentes deben adaptar los contenidos y las metodologías para atender las necesidades de cada estudiante.
  • Apoyo pedagógico: Se requiere la presencia de profesionales especializados para brindar apoyo a los estudiantes que lo necesiten.
  • Accesibilidad: Las escuelas deben ser accesibles físicamente y contar con los recursos tecnológicos necesarios.
  • Participación de las familias: La familia juega un papel fundamental en el proceso de inclusión.
¿Qué podemos hacer para mejorar la educación inclusiva?
  • Fortalecer las políticas públicas: Es necesario continuar desarrollando políticas y programas que promuevan la inclusión educativa y garanticen la igualdad de oportunidades.
  • Invertir en formación docente: La capacitación continua de los docentes es clave para mejorar la calidad de la educación inclusiva.
  • Concientizar a la sociedad: Es fundamental trabajar en la sensibilización de la sociedad sobre la importancia de la inclusión y la diversidad.
  • Promover la participación de las familias: Las familias deben ser involucradas en el proceso educativo de sus hijos e hijas.

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2006, define la educación inclusiva en su Artículo 24:

  • Garantizar que las personas con discapacidad no queden excluidas del sistema general de educación por motivos de discapacidad
  • Asegurar un sistema de educación inclusiva a todos los niveles, así como la enseñanza a lo largo de la vida
  • Promover con la mayor eficacia posible el desarrollo de las capacidades de las personas con discapacidad y su participación en la educación y en la vida de la comunidad
  • Brindar el apoyo necesario a las personas con discapacidad dentro del sistema general de educación, con miras a facilitar su formación efectiva
  • Ofrecer una educación de calidad y equidad
  • Acompañar y asesorar a los docentes de grado, a los integradores desde un equipo operativo, en una tarea cooperadora

Acompañar y asesorar a los docentes de grado, a los integradores desde un equipo operativo, es una tarea cooperadora. Se necesita hacer foco en dos resoluciones vigentes como la CFE 155/11 y la CFE 311/16 que establecen que “la inclusión y la integración deben estar interrelacionadas y ser reconsideradas en las prácticas educativas”. La inclusión mejora las condiciones para recibir a todas las personas, mientras que la integración escolar promueve la inclusión de estudiantes con discapacidad en la escuela común, siempre que sea posible, con los apoyos necesarios.

Ambas resoluciones subrayan la importancia de implementar un modelo interdisciplinario y de apoyo que fomente el trabajo en red entre docentes, familias y equipos integradores. Este mismo enfoque puede respaldarse gracias a diversas investigaciones que sostienen el papel protagónico del trabajo en colaboración entre los distintos actores del sistema. Experiencias exitosas como las de Uruguay Portugal resaltan como tarea fundamental la creación de equipos o grupos encargados de acompañar, apoyar, monitorear y evaluar las prácticas inclusivas. El objetivo de estas prácticas es garantizar un apoyo constante y efectivo a las unidades integradoras.

Estos grupos de apoyo de prácticas inclusivas no solo facilitarían el intercambio de ideas y estrategias entre especialistas y docentes, sino que también permiten la implementación de enfoques pedagógicos y sociales que prioricen la equidad y la calidad en los aprendizajes, esencial para la profesionalización y mejora continua. “Cada escuela cuenta con equipos cuya función es detectar barreras y en el contexto escolar, establecer medidas de apoyo y trabajar en forma colaborativa con los docentes”.

La educación inclusiva se ha convertido en un tema de agenda en muchas de las discusiones sobre políticas educativas. Sin embargo, más que un hecho, sigue siendo una meta por alcanzar. Este concepto, profundamente arraigado en la perspectiva de los derechos humanos, invita a repensar cómo los sistemas educativos pueden y deben transformarse para atender las necesidades diversas y específicas de cada estudiante, garantizando así una educación de calidad, equidad e inclusiva.

La educación inclusiva no es solo un derecho, sino un imperativo ético y legal que debe ser central en las políticas educativas. Qué pasa en la Argentina y cuáles son las experiencias a replicar de otros países latinoamericanos. 

En Argentina, diversas leyes y normativas establecen principios que buscan garantizar la igualdad de oportunidades en el sistema educativo desde un modelo social. Es necesario articular estas normativas con los estándares internacionales de derechos humanos, la convención de los derechos de las personas con discapacidad y la Organización Mundial de la Salud para promover una educación inclusiva de calidad. La necesidad de implementar políticas de evaluaciones y monitoreo de las distintas experiencias que se llevan a cabo en nuestro país son prioritarias para promover y desarrollar estrategias eficaces y posibles. Uno de cada cuatro hogares, es decir, más de 3 millones, cuenta con al menos una persona con dificultades funcionales. Esta realidad impacta a aproximadamente el 27% de la población, lo que significa que un cuarto de los argentinos vive diariamente con los desafíos que conllevan estas condiciones, ya sea por experimentar estas dificultades de manera directa (casi el 10% de la población) o por compartir su vida cotidiana con alguien que las enfrenta.

En primer lugar, implica intervenciones cuidadosamente diseñadas que aporten iniciativas colaborativas pequeñas pero importantes que se potencien, sean escalables, introduciendo cambios desarrollados desde abajo hacia arriba. Y, además, cada hallazgo positivo puede ofrecer implicaciones que puedan alentar proyectos similares para un impacto colectivo más amplio (Ainscow, 2024).

Otro punto al que hacer mención es el tema del bienestar en los estudiantes con y sin discapacidad en el aula. Construir espacios que apunten al bienestar es un tema en agenda en la política educativa, promovido por distintas ONG internacionales. El bienestar es una meta a alcanzar y en el contexto de la educación inclusiva es un objetivo fundamental que requiere ser trabajado con la misma dedicación que cualquier otra habilidad o conocimiento. El bienestar individual es indisociable del bienestar colectivo. Una persona que se encuentra bien puede vivir la inclusión de forma más orgánica, porque sabe y siente que una sociedad que valora su diversidad es más rica, más resiliente, tiene más capacidad de superar obstáculos y florecer. Y que esto también es beneficioso a nivel individual.

La educación inclusiva no es solo un derecho, sino un imperativo ético y legal que debe ser central en las políticas educativas. La inclusión debe contemplar la interacción entre las características individuales y cognitivas de los estudiantes y con su entorno social y educativo.

Para cerrar se destaca que 1 cada 7 niños tienen algún tipo de discapacidad. Según recientes estudios, en América Latina y el Caribe, aproximadamente una de cada siete personas vive con alguna forma de discapacidad, ya sea física, sensorial, intelectual o mental. Se estima que esta proporción aumentará a una de cada cinco personas en las siguientes tres décadas, debido al rápido envejecimiento de la población en la región. “Tener discapacidad no es algo fuera de lo común. Más bien, es una parte intrínseca de la diversidad humana” 

Sin embargo, a pesar de los avances legales y políticos para visibilizar la educación inclusiva, aún falta evidencia sólida sobre la efectividad de estos programas. Achicar las brechas de conocimiento es clave para diseñar políticas efectivas escalables que aborden los desafíos que enfrentan las personas en condición de discapacidad en Argentina y en la región. Por esta razón, la recopilación de datos es una herramienta fundamental para la mejora y transformación.

La educación inclusiva no es un destino al que ya hemos llegado, sino una meta que estamos continuamente persiguiendo. La diversidad humana, en todas sus formas, debe ser reconocida y valorada como una parte integral de nuestra sociedad. Garantizar que todas las personas tengan acceso a una educación de calidad, equitativa e inclusiva es una responsabilidad compartida que requiere el compromiso de todos. La educación inclusiva es más una meta, que un hecho.

Específicamente en América Latina y el Caribe solo alrededor de una cuarta parte de los países cuentan con leyes de educación inclusiva que abarcan a todos los estudiantes. 

Las leyes varían desde el derecho a la educación para todos hasta dirigidas a grupos específicos en riesgo de exclusión de la educación, que generalmente son aquellos con discapacidades.

Pero la visión más amplia de la inclusión en la educación de todos los alumnos está ausente en gran medida de la legislación en todo el mundo, dice el informe de Unesco.

De 194 países analizados, hay cinco -dos de ellos latinoamericanos- que tienen leyes de educación inclusiva que abarcan a todos los alumnos, además de Argentina, ellos son Chile, Italia, Luxemburgo, Paraguay y Portugal. Una parte de la inclusión es que los mismos estudiantes se vean reflejados, que la diversidad de las sociedades estén en las aulas, y eso es algo que no sucede justamente porque se sigue prefiriendo la educación separada,a veces por sexo, por discapacidad, etc.", describe el especialista detallando que un 40% de los sistemas educativos de la región ordenan que las personas con discapacidad reciban una educación especial, separada del resto.  Hay una deuda pendiente. La inclusión no pasa solamente por que se pueda acceder a la educación, sino porque esta sea relevante social y culturalmente.


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