Para quienes luchan contra la Hipertensión Arterial.

Existen un centenar de formas para tratar la hipertensión, pero solo un tercio de quienes la padecen la tiene controlada. El resto camina cada día con una bomba de relojería silenciosa en las arterias. No avisa, no duele, y es la mayor causante de enfermedades cardiovasculares, que a su vez son las que más morbimortalidad producen: está detrás de infartos, de ictus, de demencias

Como todas las enfermedades causadas por los malos hábitos de vida ―y la hipertensión lo es en la gran mayoría de las ocasiones―, la solución parece sencilla: cambiar esos hábitos, lo que pasaría por reducir la sal, las grasas nocivas, hacer dieta mediterránea, ejercicio físico, evitar el estrés. En la práctica, el estilo de vida saludable funciona individualmente a quien lo consigue practicar, pero se ha mostrado muy complicado generalizarlo a toda la población.

El sistema no está pensado para la prevención. La mayoría de los médicos no tiene el suficiente tiempo para pautar y seguir estos estilos de vida. Lo más frecuente es pasar a la segunda opción: las pastillas. Pero tampoco se está mostrado del todo eficaz. Aunque el porcentaje de pacientes controlados (hipertensos que consiguen mantener la presión en niveles saludables) ha aumentado en las últimas décadas en el mundo, está muy lejos de llegar a cifras óptimas.Pero no hay balas de plata. Incluso con fármacos eficaces, que ya los hay, millones personas que viven con la tensión descontrolada. Probablemente, sean más, porque este cálculo se hizo cuando los valores máximos de referencia eran 140 milímetros de mercurio de máxima y 90 de mínima, pero los últimos estudios han revelado que el riesgo sube significativamente por encima de 130/80 y el verano pasado las guías europeas rebajaron los umbrales, que se ajustan en función de algunas características concretas del sujeto. Con esta revisión, a buen seguro que el número de personas consideradas hipertensas ha subido, aunque no está claro cuánto. Como norma general, lo sano es mantenerla en torno a 120/70.

El principal obstáculo es que al ser una enfermedad silenciosa, la mitad de las personas hipertensas no saben que los son. El segundo es que, incluso una vez diagnosticado, no es fácil que sigan el tratamiento de por vida para una enfermedad asintomática [salvo fuertes picos, que sí pueden manifestarse en forma de mareos, dolor de cabeza]. Existe un problema de adherencia. Y luego hay una minoría de pacientes a los que les resulta particularmente difícil controlar la hipertensión, y en las que ni siquiera la terapia múltiple estándar, bien administrada, logra controlarla.

No es como el #colesterol, que da una medida en un análisis de sangre. La situación cuando se toma influye mucho: la psicológica, si has comido más sal en los últimos días, si has ganado peso, que el aparato sea adecuado, que el paciente no se mueva. Influye si te haces pis, si has fumado en los últimos 15 minutos. Tampoco se sabe que hay que medir tres veces consecutivas y quedarse con media de las dos últimas. Muchos médicos no saben que no vale una sola medida para considerar a una persona hipertensa. Si es necesario se puede recurrir a un aparato llamado #MAPA, que se lleva durante todo el día y da una medida más precisa. Una vez detectada la hipertensión, lo ideal es modificarla con cambios en el estilo de vida. En la clínica donde trabajaba Abellán, el 70% de los pacientes lograban hacerlo así. Pero esto requiere un seguimiento y una implicación tanto del paciente como del médico que no siempre son posibles. Y solo funciona en las primeras fases. Llega un momento en el que las arterias están tan deterioradas que ya es demasiado tarde para revertir la condición con cambio de hábitos.

Las arterias no son tubos estáticos que llevan sangre. Son elásticas. Se distienden y hacen más grandes en la sístole para almacenar sangre, y cuando el corazón no bombea vuelven a su posición original para impulsar la sangre, la exprimen. Los malos hábitos enferman las arterias, dejan de ser un órgano vivo y se endurecen. Dejan de hacer su función de distenderse y volver a su posición”. Llegado un punto en ese endurecimiento, no hay forma de revertirlo y controlar la hipertensión sin fármacos.

Los medicamentos que existen, a veces en combinación de varios, también mezclados con diuréticos, pueden dar muy buenos resultados si se dan dos condiciones: se encuentra la combinación adecuada y quien los toma sigue la pauta. Y esto no es solo responsabilidad del paciente

No está de más volver a recordar que antes de recurrir a los fármacos, incluso antes de llegar a la hipertensión, debería tratarse día a día, en cada comida, en las horas de movimiento, de ejercicio y de descanso. Esto, subraya Bruno, no es igual de fácil para todo el mundo y depende mucho del contexto social: Puede ser más difícil en ciertos barrios, influye la alfabetización en salud, los recursos para hacer deporte, el tiempo, el acceso a la atención médica. Así pues, no se trata solo de la dieta ni del estilo de vida, sino de la sociedad misma, que debe cambiar para mejorar el control de la presión arterial.


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