Argentina y su tierras raras

Argentina tiene minerales clave para las nuevas tecnologías.

Qué son las tierras raras?

Ni son tierras ni son raras. Bajo esta denominación se agrupan una serie de elementos químicos que encontramos en el medio natural y que se caracterizan por tener propiedades similares entre sí y por ser, en su mayoría, escasos en la corteza terrestre.

Hay 17 tierras raras: lantano (La), cerio (Ce), praseodimio (Pr), neodimio (Nd), prometio (Pm), samario (Sm), europio (Eu), gadolinio (Gd), terbio (Tb), disprosio (Dy), holmio (Ho), erbio (Er), tulio (Tm), iterbio (Yb), lutecio (Lu), escandio (Sc) e itrio (Y). 

Su denominación como “tierras” puede resultar confusa pero es, en realidad, un término heredado. En la historia de la química, a los “óxidos” se les conocía como “tierras” y a este grupo de elementos se les atribuyó este nombre. Tampoco todos ellos son tan “raros” o escasos en la Tierra, incluso algunos son bastante comunes como el cerio, tan abundante como el cobre.

Las “tierras raras” no son en rigor, tan raras o escasas, pero eran casilleros vacíos en la inicial (1868) “Tabla Periódica de los Elementos” del químico ruso Dmitri Mendeleiev. Y se fueron descubriendo.

Son el escandio, el itrio y 15 “lantánidos” (desde el “lantano”, número atómico 57, al “lutecio”, número atómico 71, en casilleros consecutivos) de los cuales 4 (neodimio, praseodimio, disprosio y terbio) son hoy los más requeridos. Estos elementos (de uso en baterías, imanes, catalizadores, pantallas, lámparas de alta eficiencia, generación fotovoltaica, etc), se presentan usualmente en forma de óxidos o silicatos, similares a la tierra, pero son muy difíciles de extraer y purificar, lo que requiere el uso de métodos ambientalmente agresivos. A pesar de que los ETR como el neodimio y el cerio son relativamente comunes, hacerlos utilizables requiere disolverlos en grandes volúmenes de ácido sulfúrico y nítrico

Económicamente, el mercado mundial de tierras raras es pequeño. Antes de los recientes escarceos se estimaba que crecería de unos USD 12.000 millones en 2020 a USD 20.000 millones en 2029 y a USD 40.000 millones hacia 2040. Poco comparado con mercados como los del petróleo y el gas, los de la carne, el trigo, el maíz y la soja. o los de minerales como el oro, el cobre, el hierro, el aluminio (producto de la mena de la bauxita) e incluso el litio. Pero su repercusión estratégica es enorme y bien podría llevar a precios “de pánico” como destacó Klinger.

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