Los primeros registros escritos sobre el trastorno bipolar datan de la Grecia Antigua, cuando Hipócrates (460-370 a.C.) describió la existencia de dos estados mentales opuestos. Estos estados reflejaban la teoría, predominante en la medicina grecolatina, de los cuatro humores: bilis negra, amarilla, sangre y flema.
Cada 30 de marzo se conmemora el Día Internacional del Trastorno Bipolar, una fecha destinada a generar conciencia sobre esta condición que afecta a millones de personas en el mundo.
Esta teoría influyó durante más de mil años en la medicina. Esos “humores” debían estar balanceados y su escasez o exceso generaba, y era síntoma a la vez, de una enfermedad determinada. En cuanto a esos estados mentales opuestos teníamos, por un lado, a la “melancolía”, que era el exceso de bilis negra, ya que #mélas, significa “oscuro”, y kholé, “bilis”.Se trata de un trastorno del estado de ánimo caracterizado por cambios extremos entre episodios de euforia (manía o hipomanía) y depresión, lo que puede afectar de manera significativa la vida diaria.
En este contexto, distintos especialistas destacan la importancia del diagnóstico temprano, el tratamiento adecuado y la incorporación de estrategias que ayuden a sobrellevar la condición y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. También se manifiestan por una disminución de la necesidad de sueño, pensamiento acelerado y comportamientos impulsivos.
El trastorno bipolar puede confundirse con otros trastornos del estado de ánimo, por lo que es fundamental acudir a un especialista en salud mental para obtener un diagnóstico preciso. La evaluación psiquiátrica y el seguimiento médico permiten determinar el tipo de trastorno bipolar (tipo I, tipo II o ciclotimia) y establecer un plan de tratamiento adecuado. El trastorno bipolar es una condición crónica, pero con el tratamiento adecuado y estrategias de autocuidado, es posible llevar una vida plena y funcional. La información, el apoyo y la atención profesional son pilares esenciales para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen. No define a las personas. Es esencial construir una sociedad informada y empática donde la detección temprana y el tratamiento personalizado hagan posible vivir una vida plena y significativa, libre de estigmas.
La inclusión en manuales internacionales, los avances en psiquiatría y su abordaje desde la neurobiología permitieron romper con antiguos prejuicios, reducir diagnósticos erróneos y mejorar el tratamiento. Su conceptualización ha cambiado con el tiempo, desde las primeras descripciones de manía y melancolía en la Grecia clásica, hasta su actual clasificación en los manuales psiquiátricos modernos, DSM (Manual diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) e ICD (Clasificación Internacional de las Enfermedades-OMS) particularmente.
El trastorno bipolar es una de las enfermedades psiquiátricas más estudiadas y, quizás más incomprendidas y mal diagnosticadas a lo largo de la historia de la medicina. Refleja el complejo proceso de desarrollo y lugar que ocupó en el saber científico la neuropsiquiatría a lo largo de los siglos, pasando desde lo místico a lo científico. La evolución de los criterios diagnósticos y los nombres asignados a esta enfermedad muestra, como en el caso de otras condiciones ligadas a la salud mental, el lugar que las mismas han tenido en la cultura y la sociedad y, en consecuencia, los tratamientos o no que han surgido en relación al paradigma de la época respecto a la patología.
Durante la Edad Media, la influencia de la medicina hipocrática disminuyó en favor de interpretaciones religiosas. Los cambios bruscos de ánimo se asociaban con posesión demoníaca o desequilibrios espirituales, lo que llevó a tratamientos basados en penitencias, exorcismos y aislamiento cuando no a persecuciones y tortura. Solo en el Renacimiento (siglos XV-XVI) algunos médicos europeos comenzaron a rescatar la idea de que los trastornos psiquiátricos tenían bases naturales y fisiológicas. Si bien las referencias se hacen en relación a la cultura de Occidente, es decir la greco-latina, es de destacar que mucho antes ya la Medicina China, el Ayurveda y, más concretamente, la del mundo islámico, establecieron conceptos precursores en todo el campo de la salud mental siendo un ejemplo concreto el caso de Avicena (Ibn Sina, 980-1037 d.C.) y otros que le precedieron, que retomando los conceptos de Hipócrates y Galeno los extienden hasta descripciones que aún hoy son de sumo interés en estos cuadros.
Dos psiquiatras franceses realizaron aportes fundamentales. Uno Jean-Pierre Falret (1794-1870) describió la “folie circulaire” (locura circular), caracterizada por la alternancia periódica entre episodios de depresión y manía. Contemporáneamente, Jules Baillarger (1809-1890) propuso un concepto similar, “folie à double forme” (locura de doble forma), pero con la idea de que los episodios podían presentarse de manera independiente. (“Folie circulaire” vs “Folie à double forme”: Contribution from a French national study). El psiquiatra alemán Emil Kraepelin (1856-1926) famoso por su desarrollo de la esquizofrenia, consolidó estos avances al introducir en 1899 el término “psicosis maníaco-depresiva”. Es interesante rescatar algo que llevaba a consecuencias terapéuticas y es considerar a esta patología dentro de las psicosis, es decir la pérdida de contacto con la realidad.
En relación a esto el mismo Kraepelin fue el primero en diferenciar esta condición de la “dementia praecox”, la demencia temprana o precoz, (por la edad de inicio) y que era el nombre que se le daba en ese entonces a lo que conocemos desde Bleuler como esquizofrenia. Su aporte fundamental fue identificar que, a diferencia de la esquizofrenia, la psicosis maníaco-depresiva no conducía a un deterioro cognitivo progresivo, sino que se manifestaba en episodios recurrentes con fases de remisión.
El término “trastorno bipolar” comenzó a utilizarse en los años 50 y 60, pero fue formalmente adoptado con la publicación en 1980 del #DSM-III de la Asociación Americana de Psiquiatría. Este cambio respondió a varias razones y hace al interés de entender la evolución histórica del concepto. Por un lado, el término “psicosis” era inexacto, ya que no todos los pacientes con este trastorno experimentaban síntomas psicóticos. La palabra “psicosis” implicaba síntomas de desconexión con la realidad, lo cual no era siempre el caso en estos pacientes. A su vez, se identificaron formas más leves del trastorno, como la #hipomanía y la #ciclotimia, que no encajaban en la definición de “psicosis”. Finalmente, el término “bipolar” reflejaba mejor la alternancia entre dos polos emocionales (#manía y #depresión), sin implicar necesariamente una desconexión con la #realidad.
Asimismo, a partir de los años 90, se establecieron diferentes subtipos del trastorno bipolar que permiten diferenciar distintas categorías para reflejar mejor su heterogeneidad:
- Trastorno Bipolar I: episodios maníacos severos con o sin depresión.
- Trastorno Bipolar II: episodios hipomaníacos (menos intensos) y depresivos.
- Ciclotimia: fluctuaciones leves del estado de ánimo.
- Trastornos bipolares inducidos por sustancias o enfermedades médicas.
Los manuales actuales, como el DSM-5 (2013) y la CIE-11 (2019), continúan refinando estos criterios. Hoy en día, el “trastorno bipolar” es reconocido como una enfermedad crónica con un fuerte componente neurobiológico y genético. Gracias a los avances en la neurociencia y la psiquiatría, se han identificado alteraciones en neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, así como en la conectividad neuronal de regiones clave del #cerebro.
El “trastorno bipolar” ha sido descrito de múltiples maneras a lo largo de la historia, reflejando los cambios en nuestra comprensión de la mente humana.
Desde la teoría de los humores hasta los actuales modelos neurobiológicos, su estudio sigue evolucionando, ofreciendo nuevas perspectivas para el diagnóstico y tratamiento. La importancia de conocer esta evolución no es solo histórica, sino también clínica: entender cómo hemos llegado al concepto actual del trastorno bipolar nos permite seguir avanzando en su manejo, reducir el #estigma y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
A medida que sabemos más vemos lo mucho que queda por investigar sobre los mecanismos subyacentes de la enfermedad, la mejor forma de abordarla en cada paciente y las implicancias sociales, para que lo que en alguna época fue una maldición hoy ya sea una condición perfectamente tratable.
Recuerda siempre, la información aquí presentada es orientativa y de carácter general. Se recomienda la consulta a un profesional para casos particulares.