Búsqueda de Bienestar Interno Positivo.

¡Qué gran tema! La búsqueda de un bienestar interno positivo y la comprensión de cómo funciona nuestro cerebro para lograrlo es súper fascinante y la ciencia avanza muchísimo en esto.

​Desde la neurociencia y la Psicología Positiva, el consenso actual es que nuestro cerebro no es estático, sino que posee una increíble neuroplasticidad. Esto significa que, con esfuerzo consciente, podemos literalmente “re-cablear” nuestro cerebro hacia una predisposición más optimista, resiliente y feliz. No es magia, ¡es entrenamiento mental!

​🧠 La Ciencia Detrás de la Predisposición Positiva

​La idea de una “buena predisposición psicológica” se apoya en varios pilares cerebrales que la ciencia ha estado explorando:

​1. El Sesgo Optimista (The Optimism Bias)

​Contrario a lo que se podría pensar, la evolución parece haber premiado una tendencia leve al optimismo. La neurocientífica Tali Sharot ha investigado cómo la mayoría de las personas tienden a sobreestimar las probabilidades de que les sucedan cosas buenas y a subestimar las de que les sucedan cosas malas. Este “sesgo optimista” se asocia con una menor actividad en regiones cerebrales que codifican información negativa (como la amígdala y la corteza cingulada anterior) y una mayor actividad en la corteza prefrontal izquierda, un área vinculada a las emociones positivas, el entusiasmo y la capacidad de rápida recuperación ante la adversidad (resiliencia).

​2. El Cuarteto de la Felicidad (Neurotransmisores Clave)

​Aunque es reduccionista pensar que la felicidad es solo una cuestión química, es innegable que ciertos neurotransmisores y hormonas juegan un papel crucial en nuestro bienestar:

  • Dopamina: Es la hormona del placer y la recompensa. Nos motiva a buscar metas y repetir comportamientos que nos generan satisfacción. Un desequilibrio, sin embargo, puede llevar a la búsqueda constante de gratificación instantánea.
  • Serotonina: Es clave para regular el estado de ánimo positivo, el sueño y el apetito. Cultivar la gratitud y la meditación se ha asociado con un aumento de sus niveles.
  • Oxitocina: La “hormona del amor” o del vínculo. Se libera con el afecto, el contacto físico y las relaciones sociales sanas, fortaleciendo los lazos emocionales.
  • Endorfinas: Actúan como analgésicos naturales del cuerpo y generan sensación de euforia. Se liberan con el ejercicio y la risa.

​3. El Poder de la Neuroplasticidad

​La capacidad de nuestro cerebro para cambiar su estructura y funcionamiento a lo largo de la vida es la clave. Los expertos como Marcos Apud enfatizan que el primer paso para “re-cablear” el cerebro es el autoconocimiento: identificar los patrones de reacción aprendidos. Practicar la atención plena (mindfulness) y la voluntad (capacidad de posponer la recompensa, ligada a la corteza prefrontal) fortalece las conexiones neuronales que favorecen la calma, la creatividad y la regulación emocional.

​💡 Estrategias Prácticas para el Entrenamiento Mental

​El bienestar psicológico no es un estado fijo, sino una práctica diaria. La ciencia nos da varias “claves” para fomentar esta predisposición positiva:

  • Gestionar el Estrés: Reconocer las señales del cuerpo e identificar las causas del estrés para desarrollar estrategias de afrontamiento. Un exceso de estrés mantenido (activando la amígdala de forma desproporcionada) deteriora la función de la corteza prefrontal, la zona de la razón y la voluntad.
  • Sueño Reparador: El descanso adecuado es fundamental para la salud mental, ya que permite la consolidación de la memoria y la regulación emocional.
  • Alimentación y Ejercicio: Una dieta mediterránea y el ejercicio físico regular no solo protegen la salud física, sino que reducen la inflamación y el estrés oxidativo en el cerebro, protegiendo las funciones cognitivas y emocionales.
  • Vínculos Sociales y Afecto: Disfrutar de la compañía de seres queridos y fomentar relaciones sanas (que liberan oxitocina) es un factor protector esencial contra el malestar psicológico.
  • Cultivar la Gratitud: Centrar la atención en lo que ya tenemos y valorarlo puede ser la clave para una vida más plena, contrarrestando la tendencia a enfocarse solo en lo inalcanzable.

​En resumen, la salud mental es el resultado de la interacción entre nuestra química cerebral (genes y neurotransmisores), nuestras experiencias de vida y nuestro estilo de vida. La buena noticia es que, gracias a la neuroplasticidad, tenemos la capacidad de influir activamente en nuestra predisposición psicológica, entrenando nuestra mente para ser más optimista y resiliente.

Aquí te resumo sus puntos clave en relación con la recompensa y la gratificación

:1. El Cerebro Necesita una Razón para el Cambio

Para la neurociencias no se trata solo de “querer cambiar”, sino de demostrarle al cerebro que hay un beneficio real detrás del esfuerzo o la incomodidad.Convencerlo con el “Para qué”:

Los neurocientíficos sugieren que tenemos que ser muy claros en el propósito, describiendo las sensaciones positivas de la nueva situación: “Si hago este esfuerzo, voy a sentirme así, voy a lograr esto, voy a ser más expansivo”. Hay que poner ilusión como motor, que es mucho más importante que simplemente querer dejar cosas atrás.

Aprovechar el Impacto en Otros:

Un gran motor de gratificación para el cerebro, según su visión, es que lo que hacemos tenga impacto en los demás. Esto le da un propósito mayor que el simple bienestar individual.

2. Neuroplasticidad: La Vía para el EntrenamientoEl núcleo de su mensaje es la neuroplasticidad y la capacidad de entrenar el cerebro para buscar la recompensa en la acción y el proceso, no solo en el resultado.El Circuito de Recompensa (Dopamina): Se enfatiza que podemos usar la liberación de dopamina (la hormona de la recompensa) a nuestro favor.

Al hacer los ejercicios o los pasos que nos llevan al cambio, el cerebro debe empezar a registrar la sensación de “premio” por estar “haciéndolo bien” o por “estar sobreviviendo” al cambio

.Visualizar el Éxito: Un método de entrenamiento clave es la visualización. El cerebro no distingue totalmente entre lo real y lo imaginado. Si visualizas la situación incómoda (el cambio) con un final exitoso y verosímil, estás instalando seguridad, lo que calma el miedo (la alarma cerebral) y permite que se active la Corteza Prefrontal (la parte de la razón y la voluntad).

3. El Valor de la Incomodidad y el Miedo

Se sugiere que el miedo no se “vence”, sino que se atraviesa.

Incomodidad Determinada:

Al someter al cerebro a una incomodidad determinada (un esfuerzo medido), y mantenerlo ahí, el propio cerebro empieza a generar la neuroquímica necesaria que hace más fácil superar el miedo.

Esto refuerza el mensaje de que el esfuerzo vale la pena.En resumen, la neurocientífica nos invita a dejar de ser meros pasajeros de nuestro cerebro y convertirnos en sus entrenadores.

La gratificación, por lo tanto, no es solo el placer de un premio inmediato, sino la satisfacción profunda y seguridad biológica que se genera al demostrarle al cerebro que somos capaces de afrontar la incomodidad y el cambio con un resultado positivo y seguro a largo plazo

Share it :

Articulos Relacionados

error: Contenido Protegido